Hábitos analizados

La pandemia ha zarandeado los hábitos y emociones de la mayoría de personas que conocemos, comportando unos cambios en la vida a los que ha sido complicado adaptarse y sobrellevar tanto para adultos como para los más jóvenes.

Un equipo de investigadores de las Universidades de Harvard y Washington de EEUU, que lleva años investigando la salud mental de los más jóvenes, acaba de publicar un estudio en la prestigiosa revista científica PLoS ONE sobre cómo cuidar la salud mental de los más pequeños en época de pandemia.

Maya L. Rosen, su autora principal, explica que probaron «estrategias sencillas para las familias que parecieron promover una mejor salud mental durante la pandemia, en particular: tener una rutina diaria estructurada, limitar el uso pasivo de pantallas, limitar la exposición a los medios de comunicación sobre la pandemia y, en menor medida, pasar más tiempo en la naturaleza y dormir adecuadamente.»

Basados en investigaciones previas

1-Actividad física

2-Contacto con la naturaleza 

3-Tiempo al aire libre

4-Tiempo pasivo frente a pantallas

5-Consumo de noticias sobre la pandemia 

6-Dormir entre seis horas y media y ocho horas y media diarias

7-Llevar un orden o rutina diarias

8-Ayudar a los demás

9-Practicar estrategias aprendidas para sobrellevar el estrés

Buenos hábitos para mejorar la salud mental

Se analizó la relación entre algunos hábitos y la mejora o empeoramiento de conductas en los jóvenes. Estos hábitos fueron: practicar actividad física; pasar tiempo en contacto con la naturaleza; tiempo al aire libre; tiempo mirando pantallas; consultar noticias sobre la pandemia; dormir; mantener rutinas familiares; practicar estrategias de afrontamiento; y ayudar a los demás.

Lo diferente y positivo de este estudio es que pretende construir y prevenir. Ya sabemos que la pandemia ha golpeado muchísimo a todos, ahora tocaría demostrar si podemos hacer algo al respecto para evitarlo.

Rosen y sus compañeros investigadores llevan años buscando comprender mejor a los chavales y ayudarles a controlar las conductas que hacen difícil su integración social, su relación con la vida y con el resto de compañeros y familia.  

En los últimos meses, este equipo de investigadores ha seguido muy de cerca la debacle en el equilibrio emocional de la población por el coronavirus, que se ha cebado con la salud mental de los más pequeños. No es una opinión, lo avalan varios estudios publicados en comunidades de diferentes lugares del globo.

Lo diferente y positivo de este estudio es que pretende construir y prevenir. Ya sabemos que la pandemia ha golpeado muchísimo a todos, el siguiente paso es demostrar si podemos hacer algo al respecto para evitarlo.

Antes, durante y después de la pandemia

En el estudio participaron 224 niños y adolescentes de entre 7 y 15 años del área de Seattle y sus cuidadores.

Se evaluaron sus comportamientos sociales, psicopatologías previas a la COVID-19 y factores de estrés en tres momentos: Previamente a la pandemia; entre abril y mayo de 2020, al inicio de las medidas más restrictivas; y seis meses después, a partir de noviembre de 2020.

Conductas de riesgo

Más de la mitad de estos niños y adolescentes que participaron en este estudio ya habían participado entre dos y cuatro años antes en otros estudios, por lo que se disponía de información sobre conductas anteriores que podían orientar de una forma más precisa sobre cómo la pandemia podía agravar algunos síntomas psicopatológicos a los que podían ser más propensos.

Las preguntas de la evaluación estaban adaptadas a la nueva situación de pandemia, pero basadas en experiencias críticas como haber sobrevivido a una catástrofe natural o a un atentado terrorista.

Los síntomas psicopatológicos se dividieron en dos: de internalización o interiorización, y de externalización o exteriorización.

La internalización abarca comportamientos como mostrarse introvertidos o retraídos, tristes o deprimidos, ansiosos y quejicosos. En el otro extremo, los síntomas de externalización incluyen conductas delictivas, arriesgadas y desinhibidas, agresividad, hiperactividad y problemas de atención.

Cuestionarios adaptados

Las evaluaciones de los participantes y sus familias se hicieron mediante entrevistas y cuestionarios de 138 preguntas, adaptadas a la nueva situación, pero basadas en análisis y estudios previos similares sobre situaciones sumamente estresantes y críticas, como haber sobrevivido a una catástrofe natural o a un atentado terrorista. Este tipo de acontecimientos, más allá de limitarse a un momento preciso, implica una serie de consecuencias que alteran la vida y ponen en riesgo la salud mental.

Lo peor: demasiado tiempo frente a pantallas

Los investigadores observaron que al principio de la pandemia, los jóvenes que pasaban menos tiempo al día frente a dispositivos digitales tenían menos síntomas de externalización (a recordar: ansiedad, agresividad, falta de atención, impulsividad…). Este efecto positivo también se dio en los jóvenes que consultaban noticias durante menos de dos horas al día al inicio de la pandemia.

Cuanto más tiempo diario pasaban los jóvenes frente a pantallas, más aislamiento, ansiedad, miedo o tristeza mostraron, siendo los más pequeños los más afectados por estos síntomas. Además, los niños también mostraron un mayor retraimiento con el consumo de noticias sobre covid.

Uso del móvil 

Lo que sí se vio tanto en niños como en adolescentes que previamente habían tenido alguna tendencia psicopatológica más retraída o expansiva con anterioridad, es que esa tendencia se agravaba con el uso de dispositivos digitales, y que podía mantenerse o suavizarse con una exposición de menos de dos horas diarias a estos dispositivos. 

Pequeñas mejoras

El tiempo en contacto con la naturaleza se relacionó con un menor retraimiento o aislamiento, aunque de forma discreta.

Por otro lado, mantener hábitos de sueño entre seis horas y media y ocho horas y media durante la pandemia mejoró ligeramente las conductas de exteriorización, así como mantener rutinas más organizadas y estructuradas diarias, un hábito positivo durante todo el estudio.

Sin grandes cambios

Tanto ayudar a los demás como el uso de estrategias de afrontamiento no empeoraron los síntomas, pero tampoco supusieron una mejora significativa. Tampoco fue así para hábitos de actividad física o el tiempo pasado al aire libre.

Esto no significa que estos hábitos no sean saludables, si no que los participantes en el estudio no mostraron diferencias de conducta significativas, es decir, que ni mejoraron ni empeoraron desde el punto de vista psicopatológico siendo más o menos solidarios, practicando actividad física o pasando tiempo al aire libre en comparación con lo que lo hacían antes, al inicio y durante la pandemia.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/ciencia/20210818/7668059/cuidar-salud-mental-mas-jovenes-pandemia.html

Isabel Troytiño 18/08/2021

Por afmmebre

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