La prevalencia del consumo de sustancias como el cannabis o la cocaína por parte de adolescentes y adultos jóvenes en España se encuentra entre las más altas de Europa. De hecho, los adolescentes españoles se sitúan en el tercer lugar del mundo desarrollado en cuanto al consumo de cannabis, por detrás de Canadá y Suiza y uno de cada cuatro jóvenes menores de 15 años ha consumido esta sustancia en el último año. A este consumo se le suma el del alcohol, que ha aumentado espectacularmente en los jóvenes menores de 18 años, así como los problemas derivados del mismo, ya que cerca del 40 por ciento de los adolescentes aseguran haberse emborrachado alguna vez en el último mes.
Estas tendencias podrían estar relacionadas con una mayor disponibilidad de sustancias y con el fenómeno de ‘normalización’ de su uso que podría estar afectando especialmente a los que padecen problemas emocionales y conductuales, aumentando su vulnerabilidad para el desarrollo de patología dual.
En aproximadamente siete de cada diez casos de adolescentes en los que se verifica un diagnóstico de trastorno por uso de sustancias, encontramos la presencia de otra patología mental asociada. «Esta cifra, pone de manifiesto la necesidad de conocer el estado actual de las evidencias respecto al abordaje terapéutico, psicosocial y farmacológico en los pacientes duales adolescentes, que son casi la mayoría de los que consultan por trastorno por uso de sustancias», comenta el doctor Javier Goti, de la Unidad de Conductas Adictivas en Adolescentes del Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona.
«En la población adolescente en nuestro entorno cultural, la causa más prevalente de consulta por problemas vinculados al consumo son los trastornos por uso de cannabis», apunta el doctor Goti. Por ello la Sociedad Española de Patología Dual alerta de que el consumo de cannabis, cocaína y drogas de diseño entre la población adolescente puede derivar en dificultades en la adaptación psicosocial. Además de favorecer la aparición de enfermedades psiquiátricas en edades cada vez más tempranas, puede jugar un papel importante en el fracaso escolar, que en nuestro entorno se sitúa entre el 25 y el 30 por ciento de jóvenes que no terminan sus estudios de secundaria.
«Respecto a la patología psiquiátrica añadida, los trastornos que con más frecuencia se asocian en población adolescente son los denominados trastornos por conducta disruptiva, comportamientos impulsivos o inapropiados que no se ajustan a las normas socialmente aceptadas, seguidos por los cuadros depresivos», revela el psiquiatra.
¿Cómo se tratan? En adolescentes, al igual que en adultos, el abordaje debe ser integrado; debe contemplar tanto el tratamiento de la problemática de consumo como el de la patología psiquiátrica comórbida. Igualmente debe ser multidisciplinar, integrando bajo la coordinación de un mismo equipo, diferentes agentes y elementos terapéuticos (médicos, psicoterapéuticos, socioeducativos, familiares, etcétera). «De hecho, la importancia de que la intervención sea multidisciplinar es aún mayor en el adolescente que en el caso de los adultos, por las características propias de esa etapa de la vida», subraya el experto.
Los expertos coinciden en la necesidad de incluir en los programas y guías sobre el manejo de los trastornos por uso de sustancias en estos pacientes estrategias destinadas a detección e intervención precoz. Datos de un estudio sobre comorbilidad en niños y adolescentes demuestra que en el 90 por ciento de los casos el inicio del trastorno mental precede al del uso de sustancias en, al menos, 5 o 10 años.
El doctor asegura que en este ámbito, el desarrollo de programas preventivos es muy importante. «El problema es que el estudio sobre su eficacia no es fácil. Actualmente, y en la medida en que los conocimientos sobre los factores de vulnerabilidad para el desarrollo de trastornos por uso de sustancias y/o patología dual son cada vez más avanzados, se intentan desarrollar programas de prevención selectiva o indicada, dirigidos a individuos o poblaciones específicas en situación de riesgo», comenta.
Terapia de grupo La terapia grupal es un recurso que puede ser útil en diferentes niveles de un proceso terapéutico en adolescentes con trastornos por uso de sustancias. Tradicionalmente ha sido una de las estrategias más estudiadas, tanto por razones de coste-efectividad como por sus ventajas terapéuticas. A la vez, en los casos de patología dual, la implementación de terapias grupales plantea retos y dificultades específicas, en tanto y cuanto el abordaje terapéutico debe contemplar cada caso de forma individualizada.
La vinculación al grupo facilita también la adhesión de los jóvenes al programa de tratamiento, les permite aprender de las experiencias de otros y les ofrece oportunidad de practicar nuevas habilidades interpersonales que luego pueden utilizar en el exterior.
Tal y como concluye el doctor Goti «existen programas de intervención grupal psicoeducativa, destinados a la prevención indicada o selectiva, tanto con jóvenes como con sus familiares. Existen igualmente diferentes formatos de intervención grupal (cognitivo-conductual, motivacional, sistémica) diseñados para el tratamiento de adolescentes con patología dual. Los contenidos de tales programas difieren según los objetivos (preventivos-psicoeducativos, etcétera) o el marco teórico. La utilización de un formato u otro de terapia debe estar adaptada a cada caso de forma individualizada, en función de la situación clínica o de los objetivos planteados».