Tomemos una cárcel española con más de 1.000 reclusos. A lo largo de un día, 175 presentarán un trastorno mental por consumo de drogas, 80 un desorden depresivo, 10 un conflicto bipolar, 35 un problema obsesivo y 42 un desajuste psicótico. En total 342. O sea, 342 personas con diferentes tipos de trastornos mentales al día entre los muros de una cárcel.
La cuenta la hace el Estudio PRECA, un informe sobre la prevalencia de los trastornos mentales en las prisiones españolas presentado hoy por la Obra Social Caja Madrid y la Fundación Manantial. El trabajo desmenuza los desórdenes que acechan a los presos cuando ya lo son y cuando aún no lo eran. Porque entre las cifras espectaculares asoman dos: el 81% de los reclusos ha sufrido algún trastorno alguna vez en su vida. Y el 41% lo padece en la actualidad.
Pero trastorno mental no es locura. O no necesariamente. De todos esos porcentajes alarmantes, la mayoría se lo lleva el consumo de drogas como desencadenante del trastorno, algo que desciende cuando se está en prisión pero que no desaparece.
De hecho, la drogadicción está presente en el 76% de los reclusos que tuvieron un trastorno alguna vez en la vida y se reduce al 17% entre los que lo tienen estando en la cárcel. “Es que en la prisión se reduce el consumo de drogas”, argumenta el estudio.
Lo que demuestra el informe es que la cárcel sigue albergando muchos casos de trastornos mentales, entre los que gana el de ansiedad. La cárcel como factor estresante, sin duda.
El trastorno más grave, el psicótico, el relacionado con la esquizofrenia, por ejemplo, se lleva a un 4% de los internos. Eso, en una población reclusa cercana a las 70.000 personas, hace que esa enfermedad se mida en mayúsculas.
Sobre todo si se compara con el porcentaje de trastornos psicóticos en la población general, que no alcanza el 1%. O sea, la cárcel como escenario de una sobrerrepresentación de enfermedades mentales.
Sobre todo, porque el estudio se ha hecho en cárceles, no en hospitales psiquiátricos penitenciarios, donde viven en privación de libertad los reclusos diagnosticados como no responsables de delito debido a su patología mental.
Así, el informe reclama a los servicios de salud penitenciaria “implementar programas integrales para tratar los trastornos”, pide a los médicos que atienden en primera instancia a los presos “una detección de patologías psiquiátricas y una historia detallada del consumo de sustancias” y sugiere que los servicios de salud mental penitenciarios formen parte de la red de asistencia psiquiátrica y social comunitaria “para ganarntizar un trratamiento integral que permita incorporar a las personas que salen de prisión a esa red asistencial”.
Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/22/espana/1332422454.html