CONTRA LOS ESTIGMAS
Las enfermedades mentales continúan siendo un estigma para quienes se ven afectados por ellas. Tal vez por eso, muchas familias deciden proteger a sus seres queridos contra esta etiqueta negativa guardando silencio o reservando esta información para el núcleo más íntimo.
En mí familia se han dado casos de este tipo de enfermedades, lo que nos ha predispuesto a todos a desarrollarlas. El último caso lo hemos vivido con mi sobrina: a sus 17 años sufrió su primera crisis. Anque los síntomas empezaron a aparecer tiempo antes. Mi hermana fue detectando en ella pequeños cambios en su carácter que , al principio, eran mínimos, pero luego se fueron acentuando. Disminuyó su rendimiento escolar, se acrecentaron sus episodios de ansiedad y su aislamiento social. Por lo que, cuando todo ello alcanzó un punto crítico, tuvo su primer brote psicótico. Fue necesario hospitalizarla, con todo el dolor de corazón que aquello conlleva para una madre y para el núcleo familiar más cercano. A pesar de esta difícil situación, todos confiábamos en que su diagnóstico no fuera tan severo como el de algunos familiares que nos procedieron. Pero nuestros peores temores se cumplieron, pues tras someterla a las pruebas y estudios pertinentes, le disagnosticaron esquizofrenia.
Se trata de un trastorno crónic, pero que gracias a los avances de los últimos 20 años, se puede mantener a raya con la medicación adecuada recetada por un psiquiatra. Así, se convierte en una enfermedad “durmiente”, ofreciendo al paciente la posibilidad de desarrollar su vida con una normalidad casi total.
En el caso de mi sobrina, tra ser controlada durante varios años por su médico, ha logrado este óptimo resultado. Sabe lo que tiene y acepta responsabilizarse de su medicación.
FRENTE A LA INCOMPRENSIÓN
En esencial que estos enfermos convivan en una familia que les ofrecezca respaldo emocional. En la que puedan sentirse queridos y aceptado más allá de las limitaciones a las que les somete su propia circunstancia. Pero no todas las personas muestran la misma sensibilidad.
Por ejemplo, mi cuñado no aceptó la enfermedad de su hija y su actitud fue tan irracional como cruel y dañina, pues culpó a mi hermana por los antecedentes de nuestra familia. Obviamente, para la chiquilla eso fue un golpe terrible, pero gracias a mi hermana y al núcleo más íntimo de amigos y familiares, que la ayudamos incondicionalmente, mi sobrina ha salido adelante, pues amor y compresión es lo que más necesitan estos pacientes.
REVITA PRONTO MES DE ABRIL 2012