Mientras que en la infancia el cuadro dominante del Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) es el trastorno del comportamiento añadido a problemas escolares, en los adultos se presenta asociado a otras patologías. Kooij mantiene que en un 77% de los pacientes hay patología asociada y cita como las más frecuentes:

* depresión 30%;
* trastornos de angustia 30%;
* drogodependencias 20-45%;
* trastornos de la personalidad, 25%;
* trastornos bipolares 8%.

 

 

Los síntomas por los que los pacientes demandan asistencia psiquiátrica son problemas en el trabajo, problemas en las relaciones personales, problemas financieros causados por el juego, problemas originados por la busca constante de sensación (Sensation seeking), obsesiones, cambios del humor, agresión, pérdida de control en las emociones, conducta antisocial. Además presentan en casi todos los casos problemas de sueño desde la niñez; caracterizados por una sobre actividad en las últimas horas, se acuestan muy tarde, duermen intranquilamente con movimiento y tienen problemas para levantarse.

Algunos autores discuten la delimitación entre la patología del trastorno límite de la personalidad y TDAH. Así se compara la impulsividad, los cambios en el humor y los ataques de ira de los límite, con la hiperactividad, la falta de concentración y la impulsividad de los TDAH. Incluso hay quien refiere a una concordancia con conducta antisocial. Es innegable la superposición de síntomas, pero la investigación sobre este tema realizada abarca un número de pacientes demasiado pequeño como para sacar conclusiones. Wilens planteó el problema de la comorbilidad TDAH – drogadicción. En Estados Unidos se calcula que el 25-30% de los drogadictos también presenta TDAH. En el estudio de Kooij en Holanda, de los adultos diagnosticados como casi la mitad abusaba del alcohol y el 30 % consumía algún otro tipo de droga. Algunos autores sugieren la explicación de la “automedicación” para estas cifras.

La actual definición del DSM-IV-R no es aplicable en los adultos. Aplicado los actuales parámetros sólo es posible diagnosticar los cuadros más graves con hiperactividad manifiesta. Barkley mantiene que los actuales criterios tampoco sirven para niños menores de 4 años, lo que explicaría la ola de diagnósticos en Norte América. Esto ha llevado a discusiones sobre la validez de este diagnóstico. El problema no es nuevo en la psiquiatría. Así nos encontramos con “sobre / bajo” diagnóstico cuando este se realiza sobre “listas de síntomas”, no se evalúa la presentación de los síntomas en el tiempo, su evolución y desarrollo y se olvida la información ofrecida por la familia.

Frecuentemente nos encontramos con colegas que mantienen que el paciente tenía una concentración extraordinaria durante entrevista, lo que les lleva a rechazar el diagnóstico. Es evidente que una conversación en un despacho no niega el relato de la vida de un paciente.

Diagnóstico

– Una buena historia clínica no solo con el paciente sino también con su pareja y/o familiar de primer grado. Intentar obtener información sobre el desarrollo del paciente facilita las cosas. Siempre que podemos aconsejamos una entrevista con la madre del paciente.

– Información sobre el desarrollo escolar aclara dudas. Una investigación neuropsicológica se considera estándar.

– Hay que realizar un diagnóstico diferencial con trastornos por el uso de substancias, trastorno límite de la personalidad, trastornos afectivos; complicando el panorama el hecho de la alta comorbilidad con estos trastornos. Una ayuda es el comienzo precoz de los síntomas, ya en la niñez, y el desarrollo de estos.

Tratamiento

Este se basa en:

1. Psicoeducación del paciente, pareja, y si se puede, familia.

2.
Eliminar el consumo de alcohol y/o drogas. Dependiendo de la intensidad de este problema se valorara la necesidad de derivar al paciente a un centro especializado.

3.
El uso de psicofármacos está abundantemente documentado. Este puede realizarse con Metilfenidato, Dextroamfetamina, Imipramina, Bupropion y según algunos autores Clonidina. La mejor respuesta se obtiene con Metilfenidato. El Metilfenidato está contraindicado durante el embarazo y en pacientes con cuadros psicóticos en su historial. Antes de administrarlo es aconsejable monitorizar la tensión arterial, pulso y peso, así como solicitar un ECG en casos de duda.

4.
La terapia de pareja es recomendada cuando hay patología familiar si bien recomendamos que siempre se inicie el tratamiento con el paciente individualmente.

5.
La creación de grupos de auto apoyo se ha experimentado con resultados positivos

 

 

Publicado por Julia el 25 Mayo, 2009  Del Portal de Ayuda e Información

Por afmmebre

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