Todas las estadísticas indican que, con la crisis, ha aumentado el número de personas con depresión en España.
-Tenga en cuenta que estrés y depresión son dos conceptos que están íntimamente ligados y, precisamente, el desempleo o la falta de medios para la subsistencia provocan un alto nivel de estrés. En general, los psicólogos estamos muy preocupados con la crisis, porque es un importante factor de riesgo para la enfermedad mental. Todos somos frágiles, todos podemos tener una enfermedad mental. Los trastornos de conducta en niños y la depresión en adultos son los principales problemas psicológicos de nuestro tiempo.
-¿La ansiedad y la depresión están muy unidas?
-Hay estudios que indican, incluso, que la depresión y la ansiedad son, en realidad, una misma entidad: el síndrome ansiosodepresivo. Cuando una persona vive una situación que no sabe cómo afrontar puede que sufra una depresión o un ataque de pánico, que es una nueva enfermedad de nuestro tiempo y que mucha gente interpreta al principio del mismo como un ataque al corazón.
-Suena duro.
-Sí, hay estadísticas que apuntan claramente a que esos ataques de pánico han aumentado en los últimos tiempos.
-Ha hablado antes del estrés de los parados. Normalmente, la gente asocia el estrés a la sobrecarga de trabajo no al contrario.
-Hay varios tipos de estrés. Está el estrés crónico de agotamiento, el conocido como Síndrome de Burnout, que afecta al que ya está quemado en el trabajo. Hay muchos estudios que apuntan a que éste tiene una gran incidencia en las mujeres de unos cuarenta años, que deben hacer con eficacia su trabajo, estar bien con sus maridos, cuidar a los hijos… Pero, junto al Síndrome de Burnout, hay otro tipo de estrés que no es crónico, sino que se corresponde con eventos vitales estresantes que suceden en la vida, algo que ocurre de repente y cambia la existencia de una persona. Si alguien pierde su trabajo, inmediatamente se enfrenta a una serie de preguntas: ¿para qué valgo yo ahora?, ¿cómo voy a mantener a mis hijos?, etcétera. Todas esas cuestiones, que afectan a los parados, también pueden producir ansiedad y depresión.
-Sin embargo, al igual que dicen que un poco de déficit es bueno para la economía, también hay personas que afirman que un poco de estrés es positivo en la vida laboral.
-Sí, un nivel de estrés mínimo hace a las personas más activas. Es lo que llamamos el estrés saludable, el cual, por supuesto, nunca puede superar nuestras capacidades ni en el trabajo ni en la vida. Si esto ocurre, ya hablamos de un estrés patológico.
-Imagino que las causas de la depresión pueden ser múltiples.
-Sí, muchos eventos vitales estresantes están encadenados: despido, pérdida de la hipoteca, divorcio, separación de los hijos… Todo esto puede hacer que una persona ya no aguante más, note una serie de síntomas (insomnio, tristeza, pereza…) y acuda al médico de atención primaria sin saber muy bien qué es lo que tiene.
-¿Y estos médicos de atención primaria están bien preparados para diagnosticar enfermedades mentales?
-La situación ha mejorado mucho. Los médicos de atención primaria tienen cada vez más formación en salud mental y son conscientes de que ésta es algo importante en su actividad diaria, como la diabetes o el colesterol. Sin embargo, creo que aún queda camino por recorrer.
-¿Cuándo podemos sospechar que hemos empezado a caer en el agujero de la depresión?
-Hay síntomas claros: falta de sueño nocturno y de concentración, agotamiento crónico, irritabilidad, tristeza, taquicardia…
-Ya ha comentado que la mujer de hoy está muy expuesta a la depresión…
-La depresión se da con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres, porque tienen una gran dificultad en conciliar la vida laboral con la familiar, muchas veces sin ayuda. Las mujeres deben darse cuenta de que tienen que tomarse tiempo para sí mismas y cuidarse. También es verdad que las féminas manifiestan más sus problemas, les gusta más hablar de sí mismas y piden ayuda antes… A los hombres les cuesta más.
-¿Tenemos una buena legislación para garantizar la conciliación?
-El problema es que no todas las empresas respetan la legislación sobre conciliación que existe en España, según me dicen mis compañeros de Derecho. Hay una falta de conciencia y de educación sobre la importancia de conciliar la vida laboral y la familiar. Hace poco leí un estudio francés que recomienda a las personas apagar el móvil y el ordenador nada más entrar en casa. De hecho, hay empresas que ya están obligando a sus directivos a esta desconexión. ¿Por qué? Porque es la mejor manera de que descansen y, cuando lleguen a la oficina al día siguiente, estén más capacitados para realizar el trabajo… Bueno, es algo de sentido común.
-Hablaba usted de la necesidad de desconexión. Una de las grandes paradojas de nuestro tiempo es que las nuevas tecnologías, en vez de ayudarnos a tener una vida más libre, se han convertido en unas auténticas cadenas. ¿Cómo nos liberamos de ellas?
-Primero tomando conciencia de que la tecnología puede suponer una esclavitud más que una herramienta. Hay que saber poner límites, no sólo en el trabajo sino en la vida en general. Cada persona debe saber dónde se encuentra su límite a la hora de usar las nuevas tecnologías.
-Recientemente, uno de los filósofos de moda, el coreano-alemán Byung-Chul Han, afirmaba en una entrevista, quizás con cierta ligereza, que la depresión es una enfermedad narcisista.
-Bueno, uno de los síntomas de la depresión es la tendencia a aislarse. De hecho, se ha visto que el apoyo social, el abrirse a los demás, es un factor protector de la depresión. Cuando las personas están enfermas no tienen fuerzas para abrirse a los demás. Esto no nos debe llevar a la idea de que la depresión no es una enfermedad grave y seria. Hoy en día se están invirtiendo millones y millones de euros en investigaciones para prevenir su aparición o para evitar que reaparezca, porque hay que tener en cuenta que la depresión es episódica, puede repetirse en un mismo paciente después de años sin sufrirla.
-Durante mucho tiempo, el acudir al psicólogo o al psiquiatra estaba estigmatizado. Era propio de locos.
-Esto está cambiando y sólo hay que ver cómo todas las compañías de seguro tienen psicólogos. El psicólogo se está convirtiendo en algo de la vida cotidiana.
-Hoy en día está de moda el pensamiento positivo. Sin embargo, pensadores como José Luis Pardo avisan de que un abuso de esta idea ‘psicologista’ conlleva la estigmatización de las víctimas de la crisis como personas responsables de su propia situación.
-Es verdad que una de las tendencias actuales es la psicología positiva. Hasta hace poco, la psicología siempre se había centrado principalmente en la enfermedad y los trastornos mentales, pero ahora se tiende más a fomentar las conductas positivas para evitar que éstos aparezcan. Por ejemplo, no hay que quedarse con la adolescencia como una edad problemática, sino ver lo bueno que hay en los adolescentes y favorecer esas habilidades. Siempre hay que centrarse en lo positivo más que en lo negativo. Ahora bien, hay momentos en los que una persona no puede ser positiva, y no debe sentirse mal por ello. Por ejemplo, si a alguien se le muere el cónyuge debe elaborar un duelo, no puede sentirse positivo, lo normal es estar triste. Hay que ser conscientes de que la vida está llena de éxitos y fracasos, dos conceptos que van de la mano. Lo normal en la vida no es tener siempre éxito.
-¿Existen las depresiones colectivas? Me refiero, por ejemplo, a la España del 98 o a la de la actual crisis económica.
-Si miramos a España como una persona, podríamos decir que ha perdido mucho en los últimos años: derechos sociales, estatus, prosperidad… Todo esto ha generado una serie de síntomas depresivos, pero un psicólogo nunca le va a hablar de depresión colectiva.
-Usted ha trabajado en la elaboración de un manual de psicología de la educación para docentes. ¿Están bien preparados nuestros maestros en materia psicológica?
-Al igual que los médicos de atención primaria, cada vez están mejor preparados. Ahora, con la imposición del grado, tienen que estudiar cuatro años y, luego, realizar dos más de prácticas. Además, la psicología es una parte muy importante en su formación y las notas de corte de la carrera están subiendo. La calidad de la formación de los docentes es una variable fundamental para el éxito de nuestros hijos.
-Siempre se habla de los traumas infantiles y de su capacidad de influir en el resto de la vida de una persona. ¿Hasta qué punto las personas adultas arrastramos los problemas de la niñez?
-Esos años son fundamentales en el desarrollo psicológico de las personas. La infancia determina una gran parte de lo que somos ahora, pero en la vida adulta se pueden enfrentar y superar esos traumas infantiles a los que usted hace referencia. Es lo que en Psicología se llama resiliencia, la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Un trauma en el sentido más grave del término, como el abandono de un padre o el abuso sexual, no tienen por qué determinarnos el resto de nuestra vida. Sin embargo, insisto, la infancia y la adolescencia son años muy importantes en una persona.
-¿Cómo debe ser la educación en los primeros niveles?
-Es importante que los niños aprendan a aprender. Si un maestro inculca a sus alumnos que el conocimiento es un valor, esos niños querrán aprender durante el resto de sus vidas. El aprendizaje se debe dar en un ambiente lúdico, relacionado con el juego, que incluya la creatividad… Ahora, las empresas valoran mucho el pensamiento divergente, que las personas creen algo nuevo, pero si educas a los escolares como robots no puedes exigir luego que sean creativos. La innovación hay que trabajarla desde pequeño.
-Usted también ha investigado sobre las conflictivas relaciones entre los padres y sus hijos adolescentes. ¿Por qué es tan difícil esa edad?
-La adolescencia no es tan conflictiva como se pensaba. Los estudios ponen en evidencia que, aunque es verdad que todos los adolescentes tienen conflictos con sus padres, estos roces se producen por cuestiones rutinarias, de la vida diaria, y sólo un pequeño porcentaje responde a razones más preocupantes y graves. Si los padres saben combinar el afecto y la comunicación con las normas y las exigencias, los conflictos serán anecdóticos y la adolescencia pasará con normalidad.
-Ya no se sabe muy bien qué es un adolescente. Las fronteras de este periodo de la vida parecen haberse difuminado.
-Uno de los problemas actuales es que la adolescencia, que es una edad de paso entre la infancia y la edad adulta, se ha alargado, cada vez más. Incluso biológicamente: la pubertad se está adelantando globalmente y las niñas ya pueden tener la primera regla a los diez años, algo en lo que tiene mucho que ver las mejoras de las condiciones de vida. Además, este periodo se está extendiendo hasta los veinte años, porque cada vez es más difícil convertirse en un adulto, un estatus que antes se alcanzaba cuando una persona encontraba un trabajo o se iba del hogar familiar. También están desapareciendo los ritos de paso como el cambio de los pantalones cortos a los largos o el mismo matrimonio, y no se tienen niños hasta los treinta y cinco años… Ahora se habla de la adolescencia tardía o del adulto joven.
-¿Cómo hay que actuar con los adolescentes?
-Hay que saber darles cada vez más cuotas de autonomía, porque algunos de los conflictos se producen debido a que el menor exige una mayor independencia. El diálogo y la comunicación son fundamentales. Hay que saber negociar con ellos y llegar a acuerdos que satisfagan a ambas partes, ser conscientes de que el modelo autoritario ya no sirve… No existen recetas aparte del afecto, la comunicación, la disciplina y el diálogo.
-Puede que el sistema autoritario ya no sea efectivo, pero tampoco lo es el excesivamente permisivo.
-Exacto. Hay muchos padres que son permisivos porque no tienen tiempo para dedicarle a sus hijos. Éste es uno de los problemas de nuestra sociedad… Es más complicado decir no que decir sí.
-El tiempo… Esa cosa tan valiosa.
-Como decía José Luis Sampedro: “El tiempo no es oro, el oro no vale nada. El tiempo es vida”.
Fuente: http://www.diariodesevilla.es/article/sevilla/1755394/todos/somos/fragiles/todos/podemos/tener/una/enfermedad/mental.html (Luis Sánchez-Moliní | Actualizado 20.04.2014 ).