Las enfermedades mentales más frecuentes son la depresión y la ansiedad. Sin embargo, son la esquizofrenia y la demencia las que más contribuyen a aumentar la carga de enfermedad de las sociedades. De hecho, las enfermedades del sistema nervioso ocasionan más del 20% del gasto sanitario en los países desarrollados y el 45% de la carga que suponen las enfermedades medidas en DALY´s (Discapacidad Ajustada a Años de Vida, por sus siglas en inglés). Estos son algunos de los datos que se han puesto de manifiesto con motivo del 17º Simposio de la Fundación Lilly “Desde la neurología a la nosología de las enfermedades mentales”, que reúne estos días en Madrid a más de 500 especialistas, con una veintena de ponentes de primer nivel nacionales y extranjeros.
Las enfermedades del sistema nervioso tienen en la actualidad un claro impacto en el gasto sanitario de los países desarrollados, estimado en el 20%, pero los expertos consideran que esta proporción aumentará en el futuro. Según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud sobre la carga que suponen las enfermedades medida en DALY’s, el 9% corresponde a las enfermedades mentales, el 1,7% a las enfermedades cerebrovasculares, y el 34% a problemas del comportamiento.
En total, puede decirse que alrededor del 45% de la carga de las enfermedades corresponde al comportamiento o al órgano que lo regula. Además, entre las diez enfermedades con mayor carga, cinco son trastornos mentales. Pero, tal y como afirma el profesor Norman Sartorius, ex director de la división de Salud Mental de la OMS y profesor asociado en la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins de Baltimore, “más allá del impacto socio sanitario de los trastornos psiquiátricos, éstos producen un claro impacto en la calidad de vida del paciente y las personas de su entorno o familia”.
En el mundo existen 600 millones de personas con trastornos mentales. Situaciones como el estrés, los desastres naturales, las crisis económicas o las guerras son responsables directos del incremento del riesgo de padecer una enfermedad mental. En este contexto, los expertos alertan de los cambios que se han producido en los mecanismos de defensa tradicionales ante las enfermedades mentales. “Muchos de los mecanismos de ayuda y defensa contra las alteraciones mentales han desaparecido, como la protección y apoyo de la familia, hasta ahora un reconocido elemento básico para una buena salud mental. La familia debería ser ahora sustituida por otros mecanismos que permitan el equilibrio mental”, destaca el profesor Sartorius.
No obstante, acontecimientos actuales, como la crisis económica, no han tenido consecuencias en la demanda sanitaria en España ya que, según el profesor Juan José López-Ibor, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, “las sociedades modernas protegen a los individuos y hay esperanza de que se den soluciones desde múltiples ámbitos, como las caritativas ONGs y la solidaridad ciudadana”.
En cuanto a la forma de enfrentarse a los desastres naturales, tal y como ha ocurrido en Chile o Haití, el profesor López Ibor afirma que habrá un aumento de trastornos de estrés “porque las grandes catástrofes ponen a prueba la capacidad de reacción de una sociedad. Esperamos también que el fenómeno del estrés se produzca en poblaciones que no lo viven directamente debido a la repetición de imágenes del suceso en los medios de comunicación que hacen que el cerebro reviva la experiencia constantemente”.
EL PROBLEMA DEL ESTIGMA
Los expertos reunidos en el 17º simposio de la Fundación Lilly analizan durante dos días los más recientes conocimientos sobre los mecanismos que subyacen a cada una de las patologías psiquiátricas más prevalentes, con el fin de entenderlas mejor, modificar la forma de enfrentarse a ellas y a los que las padecen. De hecho, tal y como afirma del doctor José Antonio Gutiérrez, director de la Fundación Lilly, “la neurobiología intenta descifrar las causas y los mecanismos por los que el cerebro enferma. Sólo así podremos llegar a disponer de remedios eficaces para patologías que, hasta hace no mucho tiempo, se contemplaban como lamentables formas de ser y/o actuar”.
La mejor comprensión de los fenómenos psiquiátricos ha permitido evidenciar que los trastornos mentales se producen independientemente del grado de desarrollo socioeconómico. Tal y como destaca el profesor Sartorius “tradicionalmente se pensaba que los países desarrollados tenían un menor grado de enfermedades mentales pero esto es erróneo. Los países del denominado tercer mundo tienen una incidencia similar de trastornos mentales e incluso algunas patologías son más frecuentes en países menos desarrollados”.
En este punto, el profesor López Ibor coincide en señalar que “salvo circunstancias excepcionales como las guerras, las enfermedades mentales son bastante homogéneas, si excluimos el consumo de sustancias o el envejecimiento. En el primer mundo hay factores protectores como la cultura, la alimentación o cierta estructura de familia, que nos hacen ser más sanos física y psíquicamente; en el tercer mundo, todo evoluciona peor”.
Los problemas a los que se enfrentan los expertos en la actualidad se centran en el control del estigma asociado a las enfermedades mentales. “Los programas de salud mental de los gobiernos deben luchar contra la estigmatización de los pacientes. Es preciso abordar y luchar contra la enfermedad mental como se hace con las enfermedades físicas, aplicando las más avanzadas técnicas de prevención y ayudando a la familia y al entorno del paciente y suministrando el mejor tratamiento disponible”, concluye el profesor Sartorius.
Fuente: www.diariosalud.com ( 12-03-2010 )