Un gran número de emperadores romanos como Calígula o Nerón, pero también Julio César, iniciador de la Roma imperial, sufrían el síndrome de Borderline, un trastorno límite de la personalidad (TLP) con una inestabilidad generalizada del estado de ánimo, de la propia imagen y de la conducta.
Eso explicaría el comportamiento extraño e incluso con fases de locura de muchos césares, según asegura el psicólogo emocional Borwin Bandelow en un artículo que publica la revista científica alemana ‘P.M.Perspective’ en su próxima edición.
El profesor de la Universidad de Gotinga asegura que la llamada “locura de los césares” no era una consecuencia del poder alcanzado, “sino la condición para alcanzarlo”.
Los dictadores romanos eran inestables emocionalmente y precisamente por ese motivo conseguían alcanzar la punta de la pirámide de poder en Roma, afirma el experto.
A la búsqueda de reconocimiento, los emperadores romanos no respetaban ni a los demás ni a si mismos, asegura Bandelow en un resumen de su artículo adelantado hoy por la revista científica alemana.
Añade que, aunque los citados emperadores procedían todos ellos de familias destrozadas, el origen real de su locura se encontraba en una alteración congénita y hereditaria del sistema neurotransmisor.
“Entre los narcisistas, pero más aun entre pacientes con el síndrome de Borderline, el sistema de recompensas en el cerebro no funciona correctamente”, explica Bandelow.
“Es necesario por ello estimular con fuerza los receptores de endorfinas para provocar buenos sentimientos”, comenta el experto quien subraya que, desde su posición privilegiada, algunos emperadores romanos solo alcanzaban ese objetivo con excesos de violencia y desenfreno exagerados.
EFE, 14 de mayo de 2009