La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la depresión como “un trastorno mental frecuente que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño y del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”. En España, según la última encuesta nacional de salud, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), uno de cada diez adolescentes sufre depresión.
Tan decisiva es esta etapa que distintos científicos de la Universidad de Cambridge publicaron un estudio en la publicación ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ el pasado mes de febrero para predecir la depresión en los más jóvenes. De los 1.850 participantes, únicamente detectaron algún tipo de síntoma en los varones (uno de cada seis chicos estaba en alto riesgo de padecer depresión clínica), pero no en las mujeres, cuyos niveles de cortisol son más elevados que en los hombres.
El análisis, que supone un avance en la forma de detectar esta enfermedad mental, plantea dudas para algunos expertos. «La depresión no tiene ningún marcador biológico, el diagnóstico específico es clínico, y no hay ningún otro procedimiento que lo sustituya», remarca Miguel Gutiérrez, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP).
Para este experto, lo fundamental para tratar la depresión en los más jóvenes es normalizar la misma. Es decir, perder el miedo a tratarse. «Hay que hacer cotidiana la psiquiatría, hay que dejarse de tópicos sin fundamento y facilitar cualquier tipo de información al ciudadano».
Normalizar la psiquiatría
Una opinión que también comparte Almudena García Alonso, doctora en Psicología en la Universidad Compluense de Madrid (UCM), quien señala la importancia que tiene la educación en la normalización de la Psicología. «Lo más adecuado sería poder contar con una formación que permitiese al adolescente disponer de recursos y estrategias suficientes como para relacionarse de una forma fluida con sus iguales y superiores».
Situaciones en las que también juega un papel fundamental la sociedad de la que forman parte. Según García Alonso, el paso de una sociedad cooperativa a una individualista ha generado «un modelo enfermizo de individualismo que no permite a la persona evolucionar como tal. Ahora prima lo material sobre lo afectivo, lo que ha propiciado un aumento inusual de la depresión en el adolescente y no son las únicas cifras alarmantes; cada vez es mayor el número de suicidios en la tercera edad».
La crisis económica y el desempleo juvenil, el 54,6% en España, según datos publicados por Eurostat el pasado febrero, son dos de los principales motivos que preocupan tanto a los adolescentes como a los jóvenes. Por eso, cada vez son más los que acuden a terapia para tratar síntomas de ansiedad o nerviosismo.
¿Pero es una solución al alcance de cualquier persona? «La terapia no es un servicio accesible para todo el mundo. Nuestras tarifas apenas cubren gastos de autónomos y alquiler de despacho o centro. A nivel público no existe un número mínimo de profesionales en salud mental. Estos están contratados a tiempo parcial o abordan un número de casos más que excesivo», explica García Alonso.
Terapia ‘anticrisis’
Un contexto que ha generado nuevos diagnósticos, pero también nuevas soluciones. Como las que ofrece el Colegio Oficial de Psicólogos de Gipuzkoa, que ha creado un programa terapéutico gratuito para atender a todos aquellos afectados por la crisis. «Antes, las personas pensaban que después de unos estudios, de una carrera, podían acceder al mercado laboral, ahora la perspectiva es que no van a encontrar trabajo. Se muestran desilusionados y esto genera dos resultados: cuadro ansioso depresivo y estrés postraumático. Eso es lo que más estamos viendo», explica María Nebreda, una de las psicólogas del programa.
En esta iniciativa están involucrados unos 25 profesionales y su metodología se basa en superar los efectos de la crisis. «Vamos a desarrollar terapias grupales de reconstrucción en las que les ensañaremos a fortalecer su autoestima y también distintas tácticas para la búsqueda de empleo activo», explica la experta, quien hace hincapié en la utilidad de este tipo de herramientas desde la juventud.
«Los jóvenes siguen avergonzándose de ir a terapia. Se sigue pensando que ir al psicólogo es algo de locos y no es así, porque lo que se ofrece es un espacio para afrontar los problemas del día a día. Trabajo con muchos adolescentes y es muy difícil», argumenta María Nebreda.
Para esta profesional, una de las claves para prevenir este tipo de trastornos en la educación es el lenguaje. «Hay que enseñar a que los niños desde pequeños expresen sus emociones. Se puede empezar desde primaria con dinámicas grupales, con juegos y también en casa. Es ahí donde entran los padres, cuyo principal papel sería ayudar a que los niños pongan palabras a los sentimientos y dejen que expresen los mismos como les surja».
Fuente: http://www.gonzoo.com/zoom/story/la-depresion-se-abre-paso-entre-los-mas-jovenes-1460/